La experiencia (II): IV Travesía Camino Santiago 2010

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   Las dos etapas de los kilómetros extra fueron el mismo día y lo gracioso es que supuestamente eran las más sencillas. 5ª etapa, por la mañana, lugar Cabreira, el recorrido era de 12.4 km. Antes del segundo kilómetro estaba alcanzando a Carlos y ambos ibamos mirándonos constantemente, justo en ese intervalo de tiempo se desviaba el circuito a la derecha y ninguno de los dos nos fijamos en las señales. Cuando vi asfalto supe que nos habiamos equivocado. Jose Mari ya lo aviso -si veis asfalto dar media vuelta, os habeis perdido y además en esa zona hay algunos mastines sueltos. Media vuelta rápido, sobre todo por lo de los mastines, que habría rematado la faena. Retomamos el camino habiendo añadido 4 km más al contador, dos de ellos una buena subida. Descanso, hidratación y arreando.

   Por la tarde, antes de iniciar la 6ª etapa bromeaba con -¡malo será que me vuelva a perder!. Pues dicho y hecho. Algún gracioso, no se sabe quién ni porqué, borró las flechas de indicación y cambio una de las balizas en el km 1.5 y corto con ella la dirección a seguir. Todos, salvo los que de años anteriores habían hecho este recorrido, nos perdimos. En mi caso tardé mucho más que los demás en volver al circuito. Por la mañana se me había gastado la batería del movil y pensé -Salgo sin movil, total para 8 km. No podían localizarme y tonto de mi fuí siguiendo mojón tras mojón (señales del Camino de Santiago, que nos dijeron que siguieramos si no veíamos flechas ni balizas), cruce dos pueblos y cuando me acercaba a la nacional termine por parar (hacia rato que estaba mosqueado pero como a otra carretera anterior habiamos llegado varios compañeros me hizo dudar y seguir) pregunte a un paisano por el albergue más cercano (no me acordaba del nombre) y se me cayo el mundo a los pies cuando me dice -aquí cerca no hay ningún albergue. El más cercano es el de Vedra (ese era) que esta a 5 km por la nacional. Le dí las gracias y volví a montar en la bici. Además de no tener movil y de que por esa zona apenas hay gente volver sobre mis pasos se presentaba complicado ya que había pasado varios cruces de calles y caminos y los mojones que había seguido sólo se ven bien en dirección a Santiago no al revés. Di media vuelta y al llegar al primer cruce supe que tenía que hacer. Los perros no dudaron que dirección tomar así que estaba claro de quién había que fiarse. Y no me equivoque, cruce, tras cruce fueron siguiendo nuestro propio rastro y llegamos de nuevo al punto donde había visto por ultima vez a un participante. Decidí volver dirección a la salida mirando minuciosamente en cada cruce para encontrar las marcas que no entendía como no había visto y esta vez ví el camino correcto. Jose Mari para entonces había cortado la cinta que bloqueaba la dirección adecuada. Encontré a varios compañeros por el camino, gente de protección civil y de la organización. Algunos especulaban sobre lo que había pasado pero nadie sabía muy bien lo ocurrido. Antes de la meta me encontré con Javi, tenía problemas con uno de sus frenos justo antes de una fuerte pendiente. Esperé con él hasta que terminó la bajada y, a su vera, llegamos juntos a la meta. En vez de 8 km ese día Rosca, Tashi y yo nos metimos 18.5 km. Mis chicos me dejaron sin palabras.

   Última etapa, 4 km desde las afueras de Santiago hasta la plaza del Obradoiro. La hicimos todos juntos, en pelotón, con un coche de policia delante y otro detrás. A toda la familia nos hacía especial ilusión esta etapa. Todos los handlers y resto de familiares saldrían un poco antes para ver como llegabamos a la plaza. Pero fue una mañana un tanto agridulce, ya que, por un lado hubo un problema con uno de los vehículos que llevaban las familias y no llegaron a ver nuestra entrada en la plaza. Y por otro lado el día anterior María y yo decidimos que saldría solo con Tashi, por dos razones, la primera porque con los dos tendría que hacer los 4 km frenando para ir a una velocidad más lenta de lo habitual y la segunda que al ir todos tan juntos Rosca podía tener algún roce con un par de machos con los que no había hecho buenas migas. Creo que era lo más conveniente pero no os haceis una idea de la rabia que da dejar a uno de tus compañeros de aventura justo en el momento más emotivo de la travesía, a María se le saltaban las lágrimas la noche anterior.
   El domingo a la hora de comer nos dimos un último festín con queimada y conjuro incluidos. Se entregaron recuerdos para todos y comida para nuestros compis. Con tristeza nos despedimos y emprendimos el camino de vuelta a la realidad de nuestro día a día.

   Más cosas que ocurrieron:

   Marta y Alejandro, mis cuñados, descubrieron que bien se descansa cuando te dan unos tapones para los oidos y no oyes la orquesta sinfónica del ronquido a tu alrededor.
   María y yo no dormimos bien ni un solo día  porque Lucía no terminaba de ubicarse y se despertaba constantemente. Eso sí, durante el día con su pequeña sonrisa encandiló a  todo el mundo.
   En Santiago nos reencontramos con viejos amigos, una alegría más.
   El disfrute extra que es tener a la familia a tu lado echando una mano, ¡jamás he tenido tantos handlers!.
   Estubieron presentes en todo momento Goyo y Dani, ambos me ayudaron con los preparativos y puesta a punto del material.